sábado, 19 de septiembre de 2009

Shaná Tová!


"Escudriñad vuestras acciones. Recordad a vuestro Creador:
mirad bien vuestras almas y permitid que
haya un
mejoramiento en vuestros actos".
Maimónides, Siglo XII


Soy Motek Finster. Nací en Varsovia, Polonia, en 1921. Hoy vivo en la ciudad de Buenos Aires y desde que llegué a la República Argentina pude trabajar, prosperar, formar una familia, tener hijos y nietos, y hace unos meses mis primeras bisnietas.
No recuerdo si en el Rosh Hashaná de 1939 las sinagogas de Varsovia pudieron engalanarse con el blanco de la pureza ni si sonó el shofar, el cuerno, luego que salió la primera estrella de esa noche de año nuevo. Lo he olvidado, como he olvidado tantas cosas que me sucedieron en la vida.
Lo que me es imposible dejar de recordar, una y otra vez, que en ese año Varsovia estaba en ruinas después de los bombardeos y que una mañana, cuando salimos a la calle, vimos a los soldados de la Wehrmacht desfilando con paso marcial por la ciudad.
No quise que pasara este día sin dejar escrito este primer relato de mi vida, quizás porque la coincidencia de fechas, es en sí un símbolo. Y es que hace setenta años atrás, el mundo comenzó a vivir la peor de sus pesadillas, del mismo modo que yo comencé a padecer la mía.
Hace poco más de un año, en una noche de júbilo para mí, estaba presentando ese libro que ven ahí, al costado. Debo reconocer que me limité a contarlo y no lo escribí yo. Soy polaco y todavía hoy pronuncio mal el castellano, y escribo peor aún. Admito que era un niño bastante reacio a ir al colegio y apenas si aprendí a leer, escribir y a contar los números. Por eso, cuando quise dejar mi historia en las páginas de un libro busqué a alguien que la escribiera por mí. Alguien que me escuchara, me interpretara y pudiera sentir aunque sea un poquito de lo que pasé desde ese mes de septiembre de 1939 hasta que  me encontraron los “liberadores” soviéticos, seis años después, en una zanja de trinchera de algún lugar del Este de Europa.
Ese mismo hombre que escribió mi historia ahora vuelve a prestarme su conocimiento, sus manos y sus palabras, para comenzar con esta historia contada acá, en este lugar que se llama Internet –y el que todavía no termino de comprender en qué consiste–, para que todos los que lean sepan que el Holocausto –la SHOÁH–, no es una mentira, ni una alucinación ni una fantasía inventada por unos fanáticos alucinados, sino que es la realidad de una  gran cantidad de seres humanos que padecieron lo mismo que yo y que quedaron vivos para contarlo.
Cada vez somos menos los testigos directos de aquellos años de guerra, durante los cuales el horror se abatió sobre toda la humanidad como los Cuatro Jinetes de los que habla el libro cristiano de las Revelaciones. Aquellos años, créanme, fueron los del Apocalipsis.
Soy Motek Finster, vivo entre ustedes, en un barrio de esta ciudad de Buenos Aires y hoy, el día de Rosh Hashaná, del año 5770 del pueblo judío, empiezo a escribir el testimonio de mi vida, para que todos lo lean. Y espero que, al leerlo, puedan reflexionar para que nunca más la humanidad tenga que pasar por lo que pasé yo y tantos cientos de miles y millones que padecieron como yo, pero no pudieron sobrevivir para dar testimonio.
Hoy soy un hombre viejo –que aún conservo en mí el espíritu del joven que fui, quizás porque tengo que resarcirlo de tanto sufrimiento– que se reencontró con su presente y su futuro cuando llegó a esta tierra hospitalaria y generosa, después de haber sido un Untermenschen, un subhombre, un infrahumano. Uno de los tantos cientos de miles de prisioneros de los campos de concentración de los nazis.

Soy Motek Finster.
Pero hace poco más de setenta años no fui más que una cosa, un objeto, un número. Ése que sigue ahí, tatuado en la piel de mi antebrazo: el prisionero 126.497 de los campos de exterminio.
Antes que termine el día de hoy, y cuando comienzo a escribir tantas cosas que olvidé citar en el libro, quiero desearles a todos, sin distinción de edad, raza o religión que tengan paz, alegría y prosperidad en este nuevo año.


Shaná Tová!




2 comentarios:

Lolita y El Profesor dijo...

Motek:
Shaná Tová! Que empieces bien el año.
Un abrazo, querido amigo

El Profesor

Fujur dijo...

Shaná Tova querídisimo amigo!

(estoy empezando a soñar en por qué no intercambiarnos nuestros respectivos libros firmados Maestro!).

un calídisimo abrazo!!!