martes, 30 de marzo de 2010

9. Cumpleaños

Hace mucho que no escribía, porque estuve con algunos problemas de salud, y me internaron dos veces en todo este tiempo. La operación, al fin, no dio el resultado que esperaban y sigo con los remedios para los dolores de cabeza, que ya no son tan fuertes. Estoy un poco mejor. ¡Bho! ¿Qué vamos a hacer?
Hoy no quiero hablar de cosas tristes, sino de la alegría que sentí el sábado a la noche, porque con la familia, festejamos cumpleaños en la casa de mi hijo QIQUE, en el mismo lugar donde me hicieron la fiesta de presentación de mi libro.
Digo “festejamos”, porque también era el de mis bisnietas –MÍA y LUZ–, que cumplieron un año y el mío. Mi cumpleaños ochenta y nueve años.
¿Ustedes se acuerdan que yo conté que tenía dos bisnietas que cuando nacieron eran muy chiquitas? Bho, en ese momento no lo dije, pero para poder vivir tuvieron que luchar mucho.
Al principio, no se sabía si iban a vivir o no, pero –como dijo mi nieta SABRINA en unas palabras a todos los invitados–, parece que llevan mis genes nomás, porque sobrevivieron pese a que los médicos y la ciencia ya habían hecho todo lo posible, y sólo se podía esperar y abrigar la esperanza.
Mi nieta SABRINA se fue a vivir a casa de mi hijo y mi nuera para poder ir cada día a la clínica, a darles alimento y amor... tanto amor que les dio fuerzas y así, poco a poco, empezaron a crecer y a estar mejor hasta que un día, pudieron llevarlas a su casa.
En esos meses, como lo dijeron SABRINA y LUCAS, su marido, recibieron la ayuda incondicional de la familia y de los amigos, que estuvieron presentes horas y días y semanas, hasta que el milagro se hizo realidad.
MÍA y LUZ hoy están sanas y son criaturas muy lindas que aguantaron despiertas toda la fiesta, hasta que llegó el momento de soplar las velitas, y cantar, festejando la vida, honrando ese milagro que significa estar vivo.
Yo sé de eso. ¡Sí que lo sé!
“Un día más de vida, es vida”, decían en los campos, y era así.
Gracias a ese día, y al otro, y al otro... llegué a esta edad y cuando miro para atrás y recuerdo, a veces me parece un sueño.
Y hay que seguir. Me propongo llegar a los noventa años y hacer una fiesta que quede en el recuerdo de todos aquellos a los que quiero y que me quieren.
Si después de pasar todo lo que pasé, aún sigo acá, festejando la vida... ¿por qué no?

Motek

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy lindo, no lo había leido!!